Caminar sus calles resultó ser una experiencia encantadora. Se respira arte, contrastes y riqueza arquitectónica. Sus caminos llenos de jardines y las hermosas fuentes que adornan sus plazas le añaden vida y belleza a los imponentes edificios que los bordean.
Me enamoré de su Navy Pier, del artístico Millenium Park y de la forma armoniosa en que se mezcla lo antiguo con lo moderno en sus construcciones, creando un contraste impresionante. Su gastronomía de primera clase, con ingredientes notablemente frescos, cautivó mi paladar. Percibir tanto orden en una ciudad de gran movimiento, y apreciar su enfoque cultural, te da una inevitable sensación de bienestar. Sus noches llenas de luz, vistas desde el increíble Sky Deck te permite apreciar la grandeza de una ciudad llena de energía.
Definitivamente un lugar maravilloso que nos dejó con sed de regresar. También nos dejó cansadísimos de tanto caminar, así que (hablando de contrastes) nos fuimos a disfrutar un par de días del sol de la siempre hermosa ciudad de Miami. Y ya de vuelta a nuestro hogar, cargados de buenas vibras y nuevas experiencias, ¡estoy loca por planificar nuestro próximo destino! Pero sobre todo, dejar que la vida nos siga sorprendiendo…
Aquí les comparto algunas de mis fotos favoritas de nuestro paso por Chicago 🙂
