En estos días he visto varios medios reseñar como el planeta ha ido sanando, desde que nosotros nos vimos obligados a “parar”. Con esto en mente, creo que es el momento ideal para que reflexionemos sobre lo que realmente necesitamos en nuestra vida. Dejar ir todo aquello que sobra o que pone una carga adicional sobre nuestros hombros. Olvidarnos del ego e ir en busca de la esencia. Entender de una vez, que somos uno con el mundo. Que lo que hago afecta a todos y lo que otros hacen, así sea en el rincón más remoto del mundo, me afecta a mí. Todos estamos interconectados.
Aprovechemos este tiempo, que inesperadamente tenemos disponible, para conocernos mejor a nosotros mismos. Evaluemos nuestra conducta. Nuestras intenciones. Indaguemos en nuestro interior con honestidad. Encontremos respuestas sinceras. Aprendamos a ser desprendidos. Practiquemos la humildad. No somos superiores o criaturas especiales. Aceptemos nuestra fragilidad y vivamos de manera tal, que no seamos cómplices de nuestra desgracia.
Cosas tan simples como nuestros patrones de consumo, pueden ser sumamente dañinas. Detente por un momento y piensa: ¿las cosas que compras, son necesarias, o simplemente lo haces para satisfacer al ego? ¿Lo que compras perjudica a nuestro planeta? ¿Son productos hechos de forma ética? ¿Compras para que los demás puedan ver tu poder adquisitivo? Si es así, te invito a que identifiques el porqué de tu conducta y trabajes en ello. No es sano vivir así. Cuando compramos cosas que no necesitamos, abusamos de los recursos del planeta. Reusa. Si no se puede reusar, recicla. Pero más importante, no compres lo que no necesitas.
Otro factor que debemos analizar es nuestros hábitos alimenticios. Los alimentos que consumes tienen un impacto directo en el planeta. El lugar donde decides comprar tus alimentos impacta grandemente la economía. Lo que llevas a tu cuerpo determina tu salud ahora y en el futuro. Todo esto tiene un efecto en cadena, no solo en nuestras vidas, si no en el mundo. Come menos carne. Compra productos locales. Apoya la agricultura. No desperdicies alimentos. Se consciente de lo que llevas a tu cuerpo.
Para lograr pequeños cambios, que pueden convertirse en grandes cambios, debemos trabajar en nosotros. En nuestro interior. Elevemos nuestro nivel de consciencia, nutriendo nuestro espíritu y nuestro intelecto, así como nuestro cuerpo. Poco a poco veremos cambios a nivel personal. Lo que era importante antes, no lo será más. Lo que está demás, atrás quedará. Si trabajamos en nosotros, nos sentimos más livianos; más presentes. Si dejas que el ego te domine, o si te rehusas a educarte para evolucionar y ser mejor, no solo te haces daño a ti, haces daño a todos. La realidad es que las decisiones que yo tomo, impactan al mundo; las decisiones que toman otros, me afectan a mí tambien.
No se trata de buscar la perfección. Se trata de hacer lo que está en nuestras manos y que sea ese nuestro punto de partida. Preguntas simples como: ¿Qué huella estoy dejando en el planeta? ¿Qué cosas cosas puedo hacer diferentes comenzando hoy?, pueden darte una idea del camino a seguir. Recuerda que si el planeta sana, sanamos todos. Estamos juntos en esto.