¿Cuántas veces hemos restado importancia a algo que hemos logrado, o una cualidad que tenemos, por no parecer presumidos? ¿Cuántas ocasiones han pasado sin pena ni gloria, porque no queremos incomodar a otros con nuestro éxito? Que fuerte suena, ¿verdad?
¿Acaso ser una persona segura, es sinónimo de presumido? ¿En serio tenemos que “bajarle el volumen” a nuestra alegría cuando logramos algo, para que otros no piensen mal o se sientan amenazados? Definitivamente, no creo que sea justo para nadie, y mucho menos, saludable para la autoestima.
Cuando somos demasiado modestos, dejamos de dar el crédito que merecemos. Eso implica que nos estamos restando valor ante los ojos de los demás, y por supuesto, ante nuestros ojos también. Y si nosotros no nos damos el lugar que merecemos, ¿quién nos lo dará?
Si observas con cuidado, te darás cuenta que muchas veces hay personas que aprovechan esa cualidad de “modestia” que tienen algunos, y la utilizan a su favor, brillando, mientras la persona “modesta” no se atreve a tomar lo que le corresponde.
Es importante sentirnos cómodos, y ser capaces de expresarnos sin temor “al que dirán”. Si somos personas genuinas, y nos sentimos contentos y orgullosos de nosotros y nuestros logros, nadie debería incomodarse. Y si lo hacen, es algo que está fuera de nuestro control, lo cual no nos corresponde solucionar.
Seamos capaces de brillar, sin miedo. Cada persona tiene su luz y la capacidad de brillar con todas sus fuerzas. Puede que un día yo brille más, y al día siguiente sea tu turno. Nadie tiene que sentirse “opacado”, si sabe el valor de su luz. Cuando somos aliados, y nos alegramos de la luz que otros aportan, la nuestra se hace más fuerte y poderosa.
¡Nunca pierdas tu brillo! Camina siempre como si llevaras una corona puesta. El que no quiera verte brillar, no merece que le alumbres el camino 😉