Como siempre, el primer día del año lo recibimos con mucha ilusión y ganas de comernos el mundo. Probablemente, hicimos una larga lista mental de cosas que queríamos lograr este año. Sueños; planes; metas… Y de repente, BOOM. 2020. No hay mucho que añadir, pues todos sabemos lo que ha significado este año, para el mundo entero.
Sin embargo, a pesar de que la mayoría de los planes han quedado en pausa, este año ha seguido regalándome cosas bonitas. Cuando no queda más remedio que pausar, surgen grandes cosas. El espacio que dejan los planes cancelados, se llena con nuevas oportunidades, que de otra manera, probablemente hubiéramos ignorado.
He logrado poner en orden muchas cosas en mi vida. He sacado tiempo para conocerme mejor. Para enfocarme en el presente. Tiempo para cuidarme más. Para descartar aquello que ya no tiene lugar en mi vida. Para compartir más aún con mi pequeña familia. Y si bien es cierto que hay cosas que desearía que fueran diferentes, trato de enfocarme en aquello que está en mis manos.
Puedo pasar todo el año lamentando que no pude irme de viaje, que no puedo abrazar a mis familiares y amigos, y tantas cosas más. O puedo decidir enfocarme en las cosas que sí tengo. Puedo escoger hacer planes a mediano y largo plazo. Trazar metas nuevas y sueños locos. Puedo imaginar todo lo que seré capaz de lograr, una vez todo vuelva a la “normalidad”. Y mientras llega ese momento, escojo llenar mis días de amor y mucho aprendizaje.
Cuando a pesar de las circunstancias, logramos mantener nuestra mente positiva, y logramos visualizar en grande, vamos por buen camino. Cuando llenamos nuestros días de amor y gratitud, todo queda alineado para nuestro beneficio. Cuando el tiempo que no puedo ocupar en hacer lo que tenía planificado, lo utilizo para crecer como persona, el éxito es inevitable.
Recuerda que nuestros pensamientos son los que van creando nuestro futuro. Si dejas que el “ruido” llene tu mente con cosas negativas, mañana no podrás recoger “buen fruto”. Y aunque es normal ( y hasta saludable) tener días oscuros, solo asegúrate que no sean la mayoría. Cuando toque llorar, llora. Pero luego sécate esas lágrimas, y recuerda que hoy es el día para crear toda la magia que tus ojos verán mañana. Yo creo que eso es razón suficiente para sonreír.
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