La vida puede ser bastante complicada. Pasamos nuestra niñez y adolescencia locos por crecer para finalmente poder hacer lo que queremos y cumplir nuestros sueños. Entonces nos graduamos, nos volvemos adultos y entre mil responsabilidades nos olvidamos de lo que realmente siempre fue nuestra pasión. Muchas veces, trabajando largas jornadas para poder pagar nuestras cuentas, en un empleo que no nos genera gran satisfacción. Así pasan las semanas, los meses, los años. Talvez siempre con la esperanza de que un día todo será diferente, nos alejamos cada vez mas de nuestros deseos.
Pero el tiempo no perdona, y solo tenemos una oportunidad para vivir nuestra vida, como nos gusta, como nos mueve. Y aunque tenemos mil responsabilidades, la responsabilidad mayor es con nosotros. Si bien es cierto que con el tiempo cambiamos, y también cambian nuestras metas y sueños, no es menos cierto que hay cosas que siempre vivirán en nosotros, como una espina que nunca logramos sacar. Son esas cosas las que jamás debemos dejar que queden en el olvido.
Talvez tu sueño siempre fue ser diseñadora de modas, o escribir un libro. Talvez la vida te ofreció un “full time” en un centro de llamadas, o un puesto ejecutivo que ocupa todo tu tiempo. Y eso no está mal. Agradece lo que tienes, pero nunca renuncies a tus sueños. Aunque sea como pasatiempo, toma un curso de diseño y sé la mejor diseñadora de tu familia. Escribe tu libro, aunque te tome 10 años hacerlo y solo lo lea tu mejor amiga. Pero nunca, jamás, los dejes morir.
Sobre esto estuve varios días meditando. Como es posible que el mundo nos distraiga con tantas cosas. Como puede el tiempo pasar tan rápido que ni siquiera nos demos cuenta de cómo dejamos atrás lo que verdaderamente siempre nos importó. Como es posible que nos conformemos con decir “siempre quise hacer eso, pero no pude”. ¿Por qué no? Estás viva, estás a tiempo. No tengas miedo del que pensarán los demás. No dejes que las dudas invadan tu corazón. Solo hazlo, por ti, porque te lo debes. Eso haré de hoy en adelante. Buscaré en todos mis rincones y no dejaré escapar mis sueños, por grandes o pequeños que sean. Sé que muchas veces tendré que hacer alguna pausa para cumplir con mis deberes, pero hoy me prometo que nunca los dejaré de realizar. Es lo menos que puedo hacer por mí. Después de todo, no vinimos al mundo solo a pasar trabajo, vinimos a ser felices. Aunque soy muy feliz, y he logrado cumplir algunos de mis sueños, todavía quedan muchos más, ¡y seguirán naciendo nuevos!
Y tú, ¿te animas y me acompañas cumpliendo tus propios sueños? ¿Qué puede pasar, que los hagamos realidad?