Todo lo que entra a nuestra mente, va dando forma a nuestra realidad. Las cosas que leemos, los programas de tv que vemos, la música que escuchamos y todo lo que consumimos, no solo son reflejos de nuestra personalidad y esencia, también van dando forma a nuestra vida presente y futura.
Pienso que cuando damos espacio a algo, la energía de ese “algo” va impregnándose en nosotros. Las cosas a las que dedicamos nuestra atención, crecen. Por ejemplo, si quiero tener un estilo de vida más saludable, debo constantemente educarme en esa área, para que todo fluya con naturalidad. Mientras más informada estoy en un tema, más fácil se me hace tomar decisiones acertadas. Si opto por seguir en las redes sociales páginas dedicadas a la buena nutrición, mi mente se acostumbra a eso y me siento atraída hacia ese tipo de alimentos. Como consecuencia, mis hábitos alimenticios serán más saludables y me sentiré mejor. Si por el contrario, sigo páginas donde se promociona comida chatarra, eso envía un mensaje a mi mente y me dará “cravings” de ese tipo de comida. Consumiré ese tipo de alimentos ya que será lo normal para mí y como consecuencia mi salud puede verse afectada.
Lo mismo sucede con otros aspectos de nuestra vida. Si veo todo el tiempo programas chabacanos o suelo escuchar música vulgar, me acostumbraré a ello y lo encontraré normal. Los chistes de mal gusto me parecerán graciosos y probablemente en mi vida personal se verá reflejado ese tipo de actitudes. Si por el contrario, decido darle espacio a contenido más elevado (por llamarlo de alguna manera), eso será lo “normal” en mi vida y lo que irá dando forma a mis pensamientos. Y como sabemos, los pensamientos son el camino para que las cosas se manifiesten en nuestra vida.
Lo importante es dar espacio a cosas que te hagan feliz y estén alineadas con tus propósitos y metas. Que te acerquen cada día a la persona que quieres llegar a ser. Encontrar aquello que te llena e ir trazando un camino. Las metas sin acción, son solo pensamientos sin rumbo. Se trata de evolucionar de manera orgánica. De vivir una vida agradable y satisfactoria. Sentirnos bien con nosotras mismas y lo que somos. Programar nuestra mente para el éxito y el bienestar. Pero esto tiene que ser una decisión consciente. Tienes que estar dispuesta a prestar atención a cada decisión que tomas. A saborear cada momento. A disfrutar la jornada.
Hay personas que se quejan todo el tiempo de que las cosas les salen mal. La realidad es que muchas de ellas parece que andan con una nubesita gris encima de la cabeza. Pero noto que usualmente estas personas no se dan cuenta de que son sus propias acciones y decisiones las que provocan que cosas no tan buenas les sucedan. En ocasiones son acciones que pueden parecer sin importancia, pero se van sumando, y al final son la receta perfecta para el desastre. Es por eso que tenemos que aprender a abrir bien los ojos y sobre todo la mente, para poder evaluarnos con total honestidad, y entender si en realidad las cosas que me pasan son reflejo de mis acciones o simplemente ¿mala suerte?
Te aseguro que si decides tomar el control de tu vida; establecer metas reales y trabajar cada día por ellas, en poco tiempo verás como la vida te sonríe un poco más. Se cuidadosa con las cosas que permites como “normales” en tu vida. Tu atención debe estar en aquello que tienes como meta. Enfócate siempre en lo que deseas y no en lo que no deseas. Mantén la conversación interior positiva. Dale espacio a las cosas buenas para que puedan llegar a ti. Ese espacio lo consigues eliminando todo lo que no aporte a tu bienestar y a tu evolución como ser humano. Dejando ir pensamientos de derrota y sustituirlos por pensamientos de éxito y victoria. Poco a poco; un día a la vez…y de repente tu vida se sentirá tal y como siempre soñaste 😉
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