Vivimos en un mundo caótico donde las noticias que más interés generan, muchas veces no son las mejores. A mucha gente le encanta hablar de “lo mala que está la cosa” y amplificar lo negativo dándole vueltas y vueltas hasta marearnos. Un mundo de cambios, sin lugar a dudas. Cambios que casi siempre asustan, y yo, que a veces soy muy despreocupada y otras tantas soy toda estrés y mal humor, acabo de descubrir que ¡soy rica!
Siempre he sabido que soy afortunada. Está claro que mi vida no es “perfecta” y hay mil cosas que a veces quisiera cambiar. Tengo días (más de los que desearía) en los que ni yo me soporto; en los que todo sale mal y ni el espejo quiere mirarme. Pero cuando uno sabe que es rico, esas cosas pasan a un segundo plano. Los días malos no son tan malos cuando se tiene riqueza. Riqueza, ¡pero de la verdadera!
En los días grises de mi vida tengo la certeza de que mañana todo irá mejor. ¿Cómo no va a ir mejor? Lo tengo TODO. Tengo un Sol ardiente a mi disposición siempre que quiero tostar un poco mi piel. Tengo brisa fresca para trenzar mi cabello salado las tardes frente al mar. Si tengo que llorar, no importa porque las palmeras se abanican para secar mis lágrimas y de paso llevarse lo malo lejos de mí. Tengo agua de coco para refrescar mi alma y días de lluvia para purificarla. Tengo un pequeño patio para sembrar sueños y verlos crecer. Tengo estrellas que en las noches me aconsejan ir siempre por más. Tengo fotos de días buenos para mirarlas cuando no encuentro risas cerca. Y los recuerdos para dejarme saber que los grandes momentos quedan grabados para la eternidad. Tengo mil páginas para leer y volar lejos. Y un lápiz y un papel cuando no hay nadie para conversar. Tengo familia y unos pocos pero buenos amigos. Mis días comienzan con abrazos y buen café. Tengo amor en dosis perfecta. Tengo tanto que hasta los pajaritos me cantan por las mañanas y el gato del vecino me viene a visitar. Y lo mejor…tengo la sonrisa de un pequeño en cada rincón de mi casa que me llama “mamá”.
Definitivamente soy rica. Aunque la vida no es perfecta y el mundo no es ideal, yo escojo los lentes con los que la miro y el color para pintar. Escojo ver lo bueno y lo mejor. Escojo ser parte del cambio que quiero ver en el mundo y hacer camino para aquellos que aún no saben por donde andar. Soy rica porque escojo nutrir mi alma y mi mente, no solo mi cuerpo. Soy rica porque tengo todo lo que necesito y hasta un poco más 🙂
Te pregunto, ¿cuándo fue la ultima vez que hiciste inventario de tus riquezas? Te invito a que lo hagas parte de tu rutina. Cuenta tus bendiciones y no permitas que el ruido del mundo te diga que las cosas van mal 🙂