Escoge estar del lado del amor. Donde otros siembren miedo, siembra fe. Donde otros escojan herir, escoge sanar. Donde otros tengan “buenas intenciones”, tú, lleva las buenas intenciones, a la acción. La gente se queda siempre, con lo que le hacemos sentir. De ti depende que será aquello que permanezca.
Las palabras no siempre se las lleva el viento. Muchas veces duran para siempre. Escoge con cuidado las tuyas, pues son capaces de llegar a donde no imaginas. Pueden construir, muy grande y muy alto. También pueden, sin piedad, destruir. Las palabras, una vez dichas, no hay vuelta atrás.
Se esa persona capaz de hacer brillar a aquellos que se cruce en tu andar. Esa que a su paso va abriendo caminos. Se honesto. Se real. Que la gracia con la que haces las cosas, sea tu carta de presentación. Se sabio en tus decisiones. No busques la aprobación de otros. El que tenga ojos para verte, te verá.
Cuida tus pasos, y cerca de quien andas. No todo el mundo está destinado a caminar contigo. Escoge personas que vibren alto. Aquellas que puedan enseñarte algo; enseñarte nuevas formas de ver la vida. Con energía similar a la tuya. Es lo que mereces. Personas con quienes crecer.
Sobre todas las cosas, se siempre consciente de lo que vas depositando en otros. El poder que tenemos para cambiarle el día, y hasta la vida a alguien , es real. Úsalo de manera tal, que al final puedas tener la satisfacción de haberlo hecho bien. No siempre es fácil, pero hagamos el intento. Una y otra vez, vuelve a intentarlo. En nuestro camino por la vida, dejemos huellas, no cicatrices…