Ser una persona positiva y querer ser “luz” en el camino de nuestros seres queridos está bien. Una sonrisa o las palabras adecuadas pueden cambiar el ánimo de quienes nos rodean y hacer nuestro día más brillante. Pero en ocasiones, las personas no se dan cuenta hasta que punto ese “positivismo” puede hacer más daño que bien. No todos los día son hermosos. No todo el tiempo queremos ver la belleza.
Al pensar que si alguien está triste, es nuestro deber animarlo como sea, estamos ignorando que la tristeza es parte del proceso de sanar. Olvidamos que los sentimientos “no deseados” también son parte de la vida. No podemos negarlos o tratar de taparlos con frases adornadas. Claro que está bien acompañar y querer aportar al bienestar de las personas. Pero tienes que aprender a reconocer si estás siendo superficial, o actuando en “piloto automático” con tu positivismo.
Nos falta empatía cuando alguien está pasando por un momento difícil, e insistimos en buscar las palabras “correctas”. Esas que aprendimos que se escuchan apropiadas y las decimos casi como un mantra que sale de nuestra boca en algunas situaciones. Pienso que es mejor dejar a un lado lo “correcto” y ser más humanos. Acariciar el dolor ajeno y realmente ponernos en sus zapatos. Si las palabras sobran, ofrece un abrazo. Ofrece tus lágrimas y ahóguense juntos un rato. Un gesto de amor vale más que tantas palabras rebuscadas que suenen bonitas.
Deja que la gente llore. Deja que pasen por sus duelos. Acompáñalos en su dolor. Jamás minimices sus sentimientos con palabras gastadas, y luego continúes tu camino como quien ya cumplió con su deber. No necesitas ser un “manual de autoayuda” para ser un buen amigo. No necesitas resolver los problemas de los demás. Muchas veces la gente nos habla porque necesitan un oido que los escuche con atención y los comprenda. No para que le “soluciones” sus problemas o les arranques del alma su dolor.
Cuando nos hace falta gritar, las palabras bonitas sobran. Cuando nos hace falta llorar, no hay palabras de consuelo adecuadas. Deja que el alma de los demás se purifique como necesite hacerlo. No impongas tus tiempos ni lo que tú, desde la comodidad de tu situación piensas que es adecuado. Los sentimientos desagradables también son necesarios. La vida es hermosa, pero también es trágica. No hay una cosa sin la otra. No es normal estar positivo todo el tiempo.
Cuando las palabras sobran, recuerda que solo somos HUMANOS…