Obviamente he cumplido algunas, como por ejemplo, aprender a cocinar (o al menos eso quiero creer). Aunque sospecho que si aprendí fue por el hecho de que si no lo hacía, a estas alturas hubiera muerto de hambre o entrado en banca rota, más que por el hecho de que era una resolución. Claro que es necesario tener metas y sueños por cumplir (todo el año, no solo en estos días). Pero ponerlos en un papel y olvidarlos por 11 meses no es la mejor idea.
En lugar de resoluciones, hoy elijo brindar por todo lo que no nos ha matado, pero nos ha hecho más fuertes. Brindo por los corazones que se han roto, por el drama y por todas las veces que Dios parecía ignorar nuestras plegarias. Brindo por los grandes amigos que hoy ni conocidos son. Brindo por los que ya no están en este mundo, pero siempre vivirán en nuestros corazones. Brindo por las cuentas bancarias con balances bajos y por los carros viejos que nos han llevado a trabajar. Brindo por todas las lágrimas que al final se convirtieron en sonrisas. Brindo porque las mejores cosas a veces tardan en llegar, pero la espera siempre vale la pena. Sobre todo brindo por un año lleno de aventuras, de risas, aprendizaje y amor.
Bueno, y quién sabe si al final del año pueda escribirles aunque sea unas cuantas líneas en francés. ¿Hacemos una apuesta? ¡Yo voy a que siii! 😉