Como seres humanos, siempre buscamos estar alejados de cosas que pueden hacernos daño. Si sabemos que algo es tóxico, lo normal es que no lo consumimos. Tratamos de alimentar nuestro cuerpo con los mejores alimentos y cuidar nuestra piel con los mejores productos. Si el agua de las playas está contaminada, lo normal es que no la visitamos en esos días. Pero, ¿que me dices de las personas que permitimos que ocupen lugares importantes en nuestra vida? 

Muchas veces permitimos que ciertas personas permanezcan cerca de nosotros, puede que por costumbre o por no ser groseros. Pero la verdad es que muchas personas no merecen un lugar importante en nuestro entorno. Hay personas que es mejor tenerlas lejos, ya que con su presencia solo logran desgastarnos emocionalmente. Usualmente son personas egoístas que solo les interesa beneficiarse ellos. Personas que cuando no obtienen de ti lo que desean, se ponen a la defensiva y te quieren hacer pensar que tú estás mal. Usualmente son personas manipuladoras y lamentablemente llenas de envidia. Personas que solo buscan validación y no se interesan genuinamente por tus cosas. 

Muchas veces, con las mejores intenciones, les regalamos nuestro (muy valioso) tiempo y amistad a quienes realmente no lo valoran. Y aunque es bueno dar sin esperar nada a cambio, es importante saber identificar hasta que punto es saludable hacerlo. 

Toda relación saludable requiere que ambas partes aporten lo mejor de sí. Las personas que esperan que tu seas el que aportes siempre; que estés siempre disponible; personas con quienes tienes que cuidar cada palabra que dices para no lastimar su ego; que no se preocupan por ti, son personas que debes mantener al margen de tu vida. Lo triste es que usualmente ese tipo de persona no es capaz  de ver su problema y mucho menos de cambiar su forma de ser. 

Saquemos tiempo para auto evaluarnos y asegurarnos que no somos ese tipo de persona en la vida de los demás. Seamos honestos con nosotros y aprendamos a reconocer que áreas de nuestra personalidad debemos mejorar. Evaluemos también a las personas cercanas a nosotros y como cada una de ellas nos hace sentir. ¿Feliz? ¿Agotada? ¿Drenada? ¿Motivada?…

Recuerda que nuestro entorno es el que nos ayuda a construir o a destruir nuestro camino. Asegúrate de estar rodeado de personas que edifiquen. Como mínimo, hazte un favor y reserva los lugares VIP para aquellos que realmente los merecen. ¿El resto? Que haga fila 😉 

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